e mërkurë, 13 qershor 2007

MI OPORTUNIDAD NUCLEAR

Juan Zamora



Cuando me enteré de la posibilidad de que una planta nuclear fuese abierta en nuestro país, me dije, "esta es mi oportunidad". La oportunidad de pasar a la notoriedad, de dejar atrás el anonimato, de poner fin a una vida atiborrada de extenuante monotonía.

Ser alguien importante, un personaje capaz de hacer cosas inverosímiles y acabar con la rutina. Dos pájaros de una sola descarga de rayos fotónicos.

Sólo sería cuestión de conseguir empleo en la planta. Una vez dentro, ya tendría un cincuenta por ciento logrado, el resto dependería del tipo de contacto que pudiese establecer con la energía nuclear o la radioactividad.

Cualquier hijo de la patria sabe que existen personajes y criaturas con particularidades o características resultantes de su intrínseca relación con sustancias o fuentes energéticas, tóxicas y altamente contaminantes. La cosa, como ya dije, estaría en el contacto.

¡Una araña!, dejar caer disimuladamente una pequeña araña dentro de un pote de uranio, para luego recogerla y hacer que me pique; eso sería un buen plan.

Andar de edificio en edificio, ayudado por chorros de pegajosa y resistente telaraña, me libraría del tráfico y los impertinentes empellones en el subterráneo.

También podría embadurnarme con bronceador y exponer mi humanidad a los reflejos del reactor principal. Salir volando hecho una bola de fuego, o dando zancadas con unas piernas que se pudieran estirar a más no poder sería genial.

Ni hablar de poder caminar por cualquier sitio sin importar la hora, porque andaría envuelto en un campo de fuerza magnético e impenetrable. Qué tal hacerse el “transparente” a voluntad. ¿Y si me vuelvo una roca? De seguro le sacaría la piedra a más de uno...

El sometimiento a una intensa sesión de rayos gamma pudiera hacerme salir verde de la arrechera, entonces aprovecharía para arremeter en contra de unos cuantos.

Poco me importaría que se derramara un poquito de material radioactivo en mi cabeza y me obligara a cargar con un caparazón y tener nombre de escultor italiano, si esto me asegurara la maestría en el uso de las armas y técnicas ninjas.

Claro, que lo de vivir en una cloaca y tener que hablar con una rata, no me hace gracia, pero lo de poder combatir la inseguridad con mis propias manos y alimentarme con pizzas, haría la gran diferencia.

Cabría la posibilidad de que un rayo cayera en algún lugar de la planta lleno de químicos y yo, encontrándome cerca, fuese bendecido con poderes sobrenaturales, como por ejemplo, la velocidad del rayo.

Mi esposa, cuando hace gala de su naturaleza sarcástica, afirma que ya poseo esa cualidad, pero yo en realidad a lo que me refiero, es al don de trasladarme en escasos nanosegundos, de un lugar a otro.

El punto es que ya estoy preparando documentos, referencias y fotocopias. Tengo listos varios currículums con distintas especificaciones y habilidades, porque lo que soy yo, estoy dispuesto a entrar, así sea ocupando el más bajo de los escalafones.

Sí señor, todo sea por dejar atrás una vida sedentaria y contemplativa, carente de la más mínima dosis de contenido transmitido en horario supervisado y con elementos de tipo C, D y E.

Poner a un lado aquello de: “A luchar por la justicia” y cambiarlo por la simple y buena disposición de atizarle un porrazo a cuanto abusador se atraviese; esa sería la consigna.

Nacería una nueva estirpe de Súper Héroe: “El Capitán Isótopo” o el “Gran Coulombs” –Todavía estoy dudando de éste último...

Sé que muchas organizaciones ambientalistas no estarían de acuerdo con la puesta en funcionamiento de la planta. Imagino a un puñado de naturistas “comeflores”, manifestando frente a las instalaciones, argumentando lo del recalentamiento global, la contaminación, los arroyuelos sucios y la perdida de la capacidad de reproducción del hombre.

¡Nimiedades! Qué es eso ante la posibilidad de poder dejar atrás un vida impasible e inveterada. Además de aportar a la humanidad y al mundo del comics, un paladín más.

Abajo la necedad ecologista, bienvenida sea la apertura a la “Oportunidad Nuclear”.

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